Muchas gracias a todos, esta semana d edespedidas me ha dejado muchas claves para mi viaje, libertad, ojos abiertos, posbilidades de acción, concimiento de mi mismo, lucha por la humildad, concimiento del miedo y de por qué este viaje es tan grande para mí, rareza y varias cosas más.
(juegue a encontrarse por ahí)
Muchas gracias, me los llevo a todos ustedes
domingo, 13 de abril de 2008
miércoles, 9 de abril de 2008
Violencia infantil
En introducción a la sociología nos dijeron que debemos llevar una bitácora, un diario de viaje en el que anotemos todas nuestras observaciones acerca d elo que ocurra al rededor. Un buen compañero comenzó a escribirla en un blog, idea que procedo a robar en este momento. Tengo la dioea de que la bitácora es sólo una observación, por lo que evitaré poner MUCHAS opiniones.
Lunes, estación U.L.A., 9:50 de la mañana. El andén y los carros del metro iban bastante llenos, la gente salía apurada de sus casas con el retraso de esos "cinco minutitos más" que terminan siendo quince agradables minutos más en la cama despertando. Entre los usuarios del metro, junto a mí estaba una señora de edad, portaba alrededor unos cincuenta o sesenta años. Ella iba acompañada de un niño que perfectamente podría haber sido su hijo, sobrino, nieto o pupilo. Era un niño pequeño de aproximadamente unos cinco años. La mujer estaba obligando al niño a pasar por debajo de las barras del metro (las que te dejan pasar al andén cuando marcas la tarjeta) ya que un niño de su edad no pagaba pasaje. Él no comprendía esto y no "atinaba", por lo que ella lo tomó de un hombro, lo zamarreó y lo lanzó hacia el suelo. El niño se golpeó la cabeza con uno de los fierros y cayó llorando, lo que fue reprimido por varios retos de la mujer, que ya cruzaba y lo tomaba de la mano para seguir su viaje. Al parecer fui el único en notarlo, todos iban tan sumidos en su rutina que no repararon en el abuso cometido esa mañana.
Lunes, estación U.L.A., 9:50 de la mañana. El andén y los carros del metro iban bastante llenos, la gente salía apurada de sus casas con el retraso de esos "cinco minutitos más" que terminan siendo quince agradables minutos más en la cama despertando. Entre los usuarios del metro, junto a mí estaba una señora de edad, portaba alrededor unos cincuenta o sesenta años. Ella iba acompañada de un niño que perfectamente podría haber sido su hijo, sobrino, nieto o pupilo. Era un niño pequeño de aproximadamente unos cinco años. La mujer estaba obligando al niño a pasar por debajo de las barras del metro (las que te dejan pasar al andén cuando marcas la tarjeta) ya que un niño de su edad no pagaba pasaje. Él no comprendía esto y no "atinaba", por lo que ella lo tomó de un hombro, lo zamarreó y lo lanzó hacia el suelo. El niño se golpeó la cabeza con uno de los fierros y cayó llorando, lo que fue reprimido por varios retos de la mujer, que ya cruzaba y lo tomaba de la mano para seguir su viaje. Al parecer fui el único en notarlo, todos iban tan sumidos en su rutina que no repararon en el abuso cometido esa mañana.
domingo, 6 de abril de 2008
La vida no vale nada - Pablo Milanés
La vida no vale nada
si no es para perecer
porque otros puedan tener
lo que uno disfruta y ama.
La vida no vale nada
si yo me quedo sentado
después que he visto y soñado
que en todas partes me llaman.
La vida no vale nada
cuando otros se están matando
y yo sigo aquí cantando
cual si no pasara nada.
La vida no vale nada
si escucho un grito mortal
y no es capaz de tocar
mi corazón que se apaga.
La vida no vale nada
si ignoro que el asesino
cogió por otro camino
y prepara otra celada. La vida no vale nada
si se sorprende a otro hermano
cuando supe de antemano
lo que se le preparaba.
La vida no vale nada
si cuatro caen por minuto
y al final por el abuso
se decide la jornada.
La vida no vale nada
si tengo que posponer
otro minuto de ser
y morirme en una cama.
La vida no vale nada
si en fin lo que me rodea
no puedo cambiar cual fuera
lo que tengo y que me ampara.
Y por eso para mí
la vida no vale nada.
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